Alerta en los centros de Huelva por ‘El juego del calamar’
Es la ficción más vista en los noventa países en los que se emite, de la que todo el mundo habla y sobre la que su director, el coreano Hwang Dong-hyuk , ha declarado que es una crítica al capitalismo y a la avaricia global. Pero El juego del calamar está haciendo de oro a la plataforma en la que se emite y también a la marca de zapatillas cuyo modelo calzan los protagonistas de la serie. En Huelva, sin ir más lejos, en uno de los establecimientos de ropa deportiva situado en el centro están agotadas, “pero es que cuando las pedimos a la marca nos dicen que se han quedado sin existencias”, asegura la dependienta de la tienda.
En la serie, un grupo de personas con dificultades económicas accede a participar en un juego de origen infantil para obtener el premio final de 45.000 wones –la moneda coreana–. Sólo puede quedar uno y esto es literal porque la eliminación conlleva la muerte y además de manera violenta. Un juego de ataque y defensa para el que se dibujan en el suelo una serie de figuras geométricas colocadas de manera que se asemeja a un calamar. Evocaciones infantiles, colores llamativos y estética un tanto naïf para una ficción no apta para menores de 16 años.
Sin embargo, las alarmas comenzaron a saltar en los centros escolares en cuanto algunos docentes vieron cómo los alumnos reproducían en el patio del recreo escenas de Squid Game –el nombre original–. Ha sucedido en Madrid, donde se instó a los padres mediante una circular a impedir que sus hijos vieran la serie. También en algunos centros de la provincia de Sevilla han tenido que prohibir los juegos relacionados con la serie porque los vigilantes del recreo han visto cómo algunos alumnos han propinado puñetazos o patadas al perdedor.
En Huelva no han trascendido casos graves de violencia, aunque los equipos directivos, sobre todo en Primaria, están alerta ante el regreso inusitado a los patios del clásico 1, 2, 3 pollito inglés, que en la serie se denomina Luz roja, luz verde, para cortarlo de manera radical puesto que han llegado a reproducirlo hasta niños de 3 años, eso sí, sin violencia de por medio.
Raúl Parrillo, presidente de la asociación de directores de Primaria (Asadipre) en Huelva, afirma que algunas direcciones “han observado algo y no casos graves de violencia” y apela a la respondabilidad familiar ante el peligro que supone para los menores este tipo de contenidos no destinados a ellos. En este sentido, explica que existe un riesgo añadido y es el de algunas plataformas muy cercanas a los menores que hacen publicidad de la serie.
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— Kim West Tue Aug 19 22:34:00 +0000 2014
La presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (Fampa) de Huelva, María Jesús Valle, coincide en “la necesidad del control parental” y hace “un llamamiento a la formación de las familias” para ejercer esa supervisión. Para Valle, la explosión de El juego del calamar es un síntoma concreto de un problema más de fondo en relación con la difusión de determinados contenidos entre la población infantil y adolescente. Por ejemplo, señala, “las series con mucho contenido sexual desvirtúan la realidad”, y en otros casos pueden dar lugar a trastornos y “a complejos si el niño o adolescente cree que no se adapta a lo que se acepta como normal”.
Las familias sienten el temor a que la reproducción de la violencia explícita de la ficción coreana “salte a la convivencia dentro y fuera de los centros como si fuera un juego más”. Para María Jesús Valle, “el problema es la información oculta de la serie para niños con una edad sin la suficiente madurez para asimilarla”.
En este sentido, además de los contenidos, llama la atención también sobre la necesidad de una racionalización de los horarios de determinadas emisiones. Ya no sólo para evitar que los menores tengan un fácil acceso a contenidos no aptos para ellos, sino también para que los que sí pueden ver y les atraen no se emitan en horarios en ocasiones muy tardíos para niños que deben madrugar al día siguiente para asistir al colegio.
Para que desde las propias casas se pueda poner freno o contrarrestar estas situaciones, desde Fampa Huelva van a proponer el desarrollo de una formación para el control parental en los medios de comunicación con el objetivo de que “las familias podamos adaptarnos a la realidad”.