Fondo de Fomento del Cine Cubano: encuentros, desencuentros y algunas historias - IPS Cuba

2019: Nuevos desafíos para los creadores y las instituciones culturales. Un cambio radical en el escenario cinematográfico cubano: se reconocen legalmente a los creadores audiovisuales y cinematográficos independientes y las productoras. La pieza clave en este conjunto de acciones es el Fondo de Fomento del Cine Cubano. En su primera convocatoria se inscriben 128 proyectos; llegan a concurso 120.Fondo de Fomento del Cine Cubano: encuentros, desencuentros y algunas historias - IPS Cuba Fondo de Fomento del Cine Cubano: encuentros, desencuentros y algunas historias - IPS Cuba

Hay una historia anterior, poco conocida, sobre la insistencia obstinada de un grupo de cineastas cada vez más numeroso por tomar parte en las definiciones sobre la futura política cultural en el ámbito del cine. Recuerdo las interminables reuniones, los meses-años de discusiones y el aprendizaje.

¿Cómo hacer el análisis en las nuevas realidades y re-estructuraciones socio-económicas que ya empezaban en Cuba? Repaso una breve cronología:

En las discusiones del 1991 alrededor del filme Alicia en el pueblo de Maravilla, los cineastas nucleados alrededor del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) creyeron que la discusión sobre los asuntos de la ideología debía ser afrontada en esos instantes cuando caía el socialismo de Europa del Este y querían expresar su inconformidad con concepciones nacidas en un momento anterior y que se habían eternizado y convertido en norma permanente.

Ese era el trasunto real debajo de la polémica sobre el filme de Daniel Díaz Torres, que generó una explosión de niveles insospechados sin que se resolviera el creciente déficit de diálogo.

Propuesta para la renovación

En 2007 se presentó en el Congreso VII de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) una “Propuesta para la renovación del cine cubano”, concebida como una posible agenda de trabajo. Sin embargo, no pasó de ahí. Las posposiciones y aplazamientos del debate sobre el rol del ICAIC mantenían el tema sobre la mesa y enmarcaban los posibles intercambios.

En el 2010 declara Alfredo Guevara: “Me tocó diseñar el ICAIC en el año 1959 (…) Ahora hay un cine independiente. Es un fenómeno que hay que aprender a asimilar (…) Creo que eso me da una autoridad moral para decir que cincuenta y largos años después el ICAIC es obsoleto y que la estructura, de la cual soy responsable en gran medida, representando a la Revolución desde luego, es obsoleta. Se acabó el ICAIC como poder omnímodo que yo fundé”.

En el 2011, Fernando Pérez, Daniel Díaz Torres, Rebeca Chávez, Manuel Pérez Paredes le escriben al presidente del ICAIC:

“El camino elegido para elaborar y presentar la propuesta para una nueva estructura del ICAIC ha sido diseñado desde arriba, sin la participación, a la hora del estudio, diseño y propuestas, de los creadores y de aquellos que acumulan toda una vida de experiencia haciendo cine cubano.

“El encuentro del lunes 10 de enero funcionó más como un sondeo o trámite formal que como la verdadera, indispensable, e insustituible participación de los creadores en los asuntos que conciernen a su trabajo y futuro, a su vida. La oportunidad de opinar y evaluar no entrañó una verdadera participación porque esta, para ser efectiva, debe producirse, como todos sabemos, en el momento del pensamiento, del estudio de la realidad y de la elaboración de las propuestas.

“Los creadores y los directivos son los encargados de concebir y aplicar con una acción combinada, estrecha y armónica a una propuesta de estructura para el ICAIC.”

Y concluyen su carta: “Todavía es posible encontrar, o retomar, el camino que recupere la confianza en los procedimientos que se apliquen y en los resultados, de los cuales todos podamos sentirnos responsables y actores… No es una oportunidad más sino la última para continuar siendo un organismo con el que los cineastas se comprometan”. Nunca fue fácil el diálogo.

G20 y la reorganización del ecosistema cinematográfico

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2013: el impacto emocional de la muerte de Alfredo Guevara en abril precipita los acontecimientos. Un reto inmenso en términos organizativos, ideológicos y culturales para “intentar hacer algo a favor del cine cubano”. Para eso se auto convocan los cineastas en mayo y el día 4 se concreta la primera Asamblea Abierta.

Se vive una atmósfera muy intensa, impresiona la seriedad y conocimientos, a veces exaltación, en el intercambio de ideas, encuentros y desencuentros en que, sin negar a la institución, tampoco se renuncia a expresar otros puntos de vista, a evaluar y a criticar. Todo se debate. Inmovilismo, participación y transparencia son las palabras más repetidas de las Asambleas. No hay mesa directiva y si un Grupo elegido entre todos: el G20 que organizará cada reunión. No somos un observatorio de la gestión cultural cubana, centramos todos y cada uno de los debates en el cine y cómo hacer para que se abra a nuevas fórmulas de hacer.

Rápidamente aparece la definición de que desde ahora el cine cubano debía incluir por igual al ICAIC (representación del Estado) y a los cineastas independientes y productoras no estatales. Se fue construyendo en cada encuentro un espacio propositivo y acordando entre todos una agenda común para el cine cubano. La idea central fue precisa: renovar y reorganizar todo el ecosistema cine, asumir y legitimar la producción cinematográfica off ICAIC que existía y crecía en su influencia.

La tecnología digital aparecía como otro importante factor desencadenante. Era no solo la zona de convergencia de estéticas y miradas de otros cineastas, hombres y mujeres jóvenes, desvinculados del ICAIC y con nuevas formas de actuar y producir. En sus manos estaban las nuevas cámaras, equipos de luces, instalaciones para editar y todos compartían la idea de formar parte, desde su especialidad, del sistema que se intentaba re-estructurar.

Cine independiente: reticencias y diálogos

Se habla una y otra vez de “cine alternativo” y de “cine independiente” y de inmediato se disparan las alarmas. Las nuevas formas de producir que se proponían y estaban en proceso de discusión se referían, esencialmente, a una gestión distinta y eficaz, una nueva fórmula económica. Debían ser recibidas como un proceso natural; sin embargo, persistían las reticencias en instituciones y en instancias políticas.

Conociendo esa realidad, los cineastas se siguen pronunciando con la idea de que para avanzar es ineludible compartir una estrategia que integre a todos los creadores e instituciones, en un sistema donde el ICAIC pueda seguir siendo centro desde el que se modele y equilibre la política cultural, solo que ahora debería abarcar a todos los actores involucrados en este proceso arte-industria-público. Pero no siempre esa propuesta encontraba oídos receptivos.

En esta situación tan aguda se necesitaba crear “un clima espiritual adecuado, una atmósfera de creación y respeto, también de responsabilidad y compromiso”. Después de diversas rondas de trabajo y casi dieciséis meses, los cineastas logran incorporar sus puntos de vista al Diagnóstico del Grupo de Trabajo del Gobierno. Las aspiraciones fundamentales contenidas en la propuesta son la aparición de un Fondo de Fomento y el Decreto Ley que reconozca al Creador Audiovisual y Cinematográfico. Persistía un foco sensible, de inquietudes, alrededor de las productoras independientes; finalmente, se reconoció su existencia aunque con otro nombre.

No avanzó la idea de una Ley de Cine en esa fase de trabajo. El ICAIC sigue siendo el organismo estatal rector de la política cultural cinematográfica y para eldesarrollo de nuevas o diferentes formas de relacionarse en el ámbito audiovisual cubano. Vuelvo a Alfredo Guevara: “Desde el papel que le toque al Estado, dirigir el trabajo no es mandar, dirigir es ayudar, es contribuir a que sea realizable”.

El compromiso de participar en el cambio

Aunque diga el refrán que segundas partes nunca fueron buenas… Equivocación afortunada: en la segunda ¿etapa? están para desmentirlo los más de cien proyectos de ficción, documentales y animados inscritos en las convocatorias para el Fondo de Fomento. 46 tienen ya el financiamiento solicitado. Otra vez los cineastas somos protagonistas activos y no simples receptadores de una decisión política, y ya sabemos que no solo es posible, sino que hacerlo es necesario.

Hemos expresado y mostrado lo que entraña, el compromiso, de estar y participar en el desarrollo del cine, desde el propio nacimiento de las ideas. En el permanente desafío de una revolución, es crucial para los creadores dialogar con ella y desde ella. Hacer un viaje en el tiempo, desde un pasado que no ha pasado, y que sigue influyendo, hacia un presente.

Los cineastas no están detenidos. El retrato social no es en stop motion: exploran la condición humana, la espiritualidad; viven el sobresalto, la inquietud de cómo hacer su cine, cómo testimoniar vivencias.

Dentro de los proyectos beneficiados con el Fondo se da una amplia riqueza para ver/mirar/asumir/ el entorno, la irrupción de mujeres y jóvenes de menos de 35 años junto a consagrados lo atestigua. Sobresalieron dos elementos significativas: la presencia de un 39 por ciento de cineastas de menos de 35 años; y el 53.8 por ciento de mujeres como directoras/ productoras y un 30.7 por ciento de directoras.

El cine cubano del siglo XX fue crítico, cuestionador y casi nunca auxiliar pedagógico o propaganda política burda. Ha tenido que coexistir o convivir con una zona esquemática,

dogmática, ofendida ante filmes que se acercaban a ciertas herejías,temas o complejidades propiciando un espacio de confrontación y enriquecimiento. Las películas cubanas que veremos en este siglo XXI participarán y compartirán el concepto de que el cine, y el arte todo, se alimentan de los conflictos y no de la complacencia.

Alcanzar el Fondo de Fomento fue un proceso largo y doloroso, pero ya es una realidad. Implicando una importante cifra, este gesto no se puede pasar por alto ahora, en medio de la aguda crisis económica que vive el país. Otra vez el Estado da muestra de atender a una manifestación artística y de aspirar a recuperar los vínculos y diálogos perdidos, fuera de una relación instrumental, porque hacerlo implicaría retroceso; y de lo que se trata es de hacer que arte, política, técnica y economía, participen de una vinculación equilibrada y recíproca entre todos estos eslabones.

La apuesta del Fondo

Un proceso inclusivo y de búsqueda para encontrar —o no— respuestas, confrontar puntos de vista, no para empujar rupturas sino asumir influencias, asimilar, aprovechar todas las gestiones en un escenario donde peligrosos prejuicios acechan de todos modos. La integración en grupos de trabajo de creadores de todas las disciplinas, la riqueza de talentos va a permitir y sostener el desarrollo, o mejor: el despegue de un nuevo cine cubano. Queda la pregunta: ¿Cómo será?

Vivimos en la era de internet. Pero lo virtual no significa distancia y tampoco aislamiento. Multiplicación infinita de imágenes, nuevas/viejas ideas pueblan nuestro día a día. Ya sabemos que ninguna forma de expresión sustituye a otra. El cine nació de la mano del teatro y no acabó con él; todavía se vale de la literatura para hacer nacer desde el texto la imagen visual. Así que cualquier pronóstico es posible.

¿Hay que abandonar las salas tradicionales? No, si se puede convivir con las nuevas maneras de recepción y consumo. ¿Dejar todo en las manos de lo entretenido, tan cercano al consumo banal y ramplón? No, si hay vocación y terca insistencia para hacer buen cine; y el argumento más convincente son esas 46 películas beneficiadas con el Fondo, que aspiran a ser artísticamente ambiciosas, de confrontación, búsqueda y, sobre todo, diversas.

Estimular la producción para ver buen y mejor cine es la apuesta del Fondo de Fomento del Cine Cubano, creado el 14 de junio de 2019, por el Acuerdo No. 8613 del Consejo de Ministros,para apoyar el desarrollo de la cinematografía nacional, mediante la asignación de recursos financieros a los proyectos cinematográficos.

De paso, ha ayudado a conjurar sospechas, atenuar los prejuicios y “dudar de las dudas” que despertó el anuncio de este proceso. Tener dudas es útil y sano:

¿Cuál es el tono ideal para contar cada historia? ¿Es esta una historia del pasado? ¿Si no se conocen, qué los lleva a encontrarse en este espacio de tumbas y flores? Dejo estas ideas para la imaginación y la ilusión: el cine, en definitiva, es quimera. Con expectante curiosidad asisto a este momento del cine cubano en que ha de reinventar su lugar en el mundo, hablar del ser humano en la Cuba de hoy, de su voluntad de no dejar vencerse, y de la apuesta por el futuro y la ternura en circunstancias difíciles. (2021)

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