Corridos mexicanos con ritmo de trap: el futuro de la música de L.A. podría estar en Rancho Humilde Records

En una cuadra tranquila y rodeada de setos en Downey, el suburbio próspero y ahora mayoritariamente latino del sureste de Los Ángeles, Jimmy Humilde, director ejecutivo de Rancho Humilde Records, da los toques finales a la última incorporación para su lujosa casa: un tanque de tiburones para interior. Pronto en él habrá un tiburón leopardo y otro gris; el acuario está en la base de una escalera de mármol blanco coronada por un fresco pintado de querubines y un águila volando entre esponjosas nubes. El ave rinde homenaje al fallecido padre de Humilde.

“Una cosa que me prometí a mí mismo es que, si triunfaba, no me iría del vecindario; ahora estoy a dos minutos de distancia”, afirmó Humilde, hoy de 41 años. “Ahí es donde compro los tacos buenos”.

Durante la pandemia, la mansión que comparte con su esposa y sus dos hijos se convirtió en la sede temporal de su sello independiente de cosecha propia, que en los últimos años irrumpió y conquistó el mundo -altamente competitivo y, a menudo, insular- de la música regional mexicana. La casa incluso ha servido como una lujosa plataforma de emergencia para algunos de los artistas jóvenes -oriundos desde Sonora hasta Miami y South Central L.A.- que firmaron con el sello. “Se vuelven locos con el trampolín”, señala, agitando su brazo tatuado hacia el patio trasero.

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Vestido con jeans casuales, una camiseta negra y una gorra ajustada que dice “Humilde”, cruza la propiedad, bordea la piscina y se dirige a un garaje del tamaño de un taller mecánico completo. Allí, guarda más de una docena de Chevy Impala de la década de 1960, recién pulidos y pintados en llamativos rojos, azules y verdes. Los autos ocupan un lugar destacado en el video musical de “Feeling Good”, una colaboración de 2020 entre las estrellas de Rancho Humilde: Natanael Cano y Ovi, la rapera chicana Snow Tha Product y la leyenda de Long Beach (y súper fanático de la música regional mexicana) Snoop Dogg. Humilde no pudo evitar aparecer en el video, comandando alegremente el volante de un lowrider verde azulado.

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“Puedes quitar al chico del barrio”, dice Humilde, mostrando su reloj Cartier. “Pero no puedes quitar el barrio del chico”.

Cofundado en 2011 con sus amigos José “JB” Becerra y Roque “Rocky” Venegas, Rancho Humilde cuenta con más de 80 artistas que comparten una misión: hacer evolucionar la tradición de la música regional mexicana para una generación de fanáticos más jóvenes y biculturales. El sello defiende a artistas cuya herencia no solo se refleja en los corridos, las crudas baladas folclóricas mexicanas que narran la vida interior de estafadores, inmigrantes o gente común que intenta sobrevivir, sino también en los sonidos y estilos de sus raperos favoritos de Estados Unidos. La mezcla resultante se describe como “corridos tumbados” o “trap corridos”.

“Es como una nueva era del hip-hop”, afirma Humilde. “Este género entró y reformó el sonido mexicano”.

Es un alejamiento de la clásica música regional mexicana, que favorece las interpretaciones analógicas de sonidos norteños, mariachi y banda. Después de que bandas prominentes, como Los Tigres del Norte o Los Tucanes de Tijuana, hicieran famosos los corridos con historias épicas del desierto acerca de narcotraficantes y contrabandistas de la vida real -llamados “narcocorridos"- los trap corridos de Rancho Humilde conectan más con los jóvenes de la ciudad. En los últimos años, los álbumes de Cano, Fuerza Regida y Junior H superaron a muchos artistas legendarios en las listas regionales de Billboard mexicanos, y sus corridos callejeros suman millones de escuchas. “El ambiente de Los Ángeles es nuestro ingrediente secreto”, asegura Humilde.

El auge de Rancho Humilde es inseparable del gran crecimiento acelerado que tiene lugar en la música regional mexicana. Según un estudio de Chartmetric de 2021, entre la participación de los 100 mejores artistas en YouTube, la música regional mexicana creció un 30% en 2020. Ese mismo año, Apple Music reportó un aumento del 30% en las transmisiones de regional mexicana y Spotify informó 1.800 millones de transmisiones anuales de canciones regionales mexicanas.

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“La música regional mexicana tal como la conocemos se está redefiniendo; está ampliando su llegada más allá de las fronteras”, comentó la directora de América Latina de Spotify, Mónica Herrera Damashek.

“Obviamos las promociones de radio y televisión, porque lo que hacemos habla directamente a la gente”, explica Humilde, quien promociona tenazmente a sus artistas en YouTube e Instagram. “Seguimos usando los instrumentos regionales [mexicanos], pero nuestro movimiento proviene de la vida urbana, la vida en la ciudad. En este punto, llamar a lo que hacemos ‘regional mexicano’ es como llamar al reggaeton ‘salsa’”.

Humilde creció en Venice, alguna vez un barrio multicultural. “Mis mejores amigos de la infancia eran negros, mexicanos y un tipo blanco llamado Sean”, recuerda. Probó suerte con algunos instrumentos, con la esperanza de tocar en una banda de corridos algún día, “pero no era bueno para ninguno”, se lamenta. “Cuando escuché a Chalino Sánchez, a los 14, me enamoré de todo el movimiento del corrido, de la misma manera que me enamoré de N.W.A. Pero en ese momento, la música en español no estaba de moda. A todo el mundo le gustaba el rap y el house”.

Humilde abandonó la preparatoria para comenzar a trabajar en el circuito de volantes de fiestas en los años 90. Allí, estudió el mundo de la vida nocturna de Los Ángeles con más ahínco que cualquier materia en la escuela; ya fuera una fiesta hip-hop en una casa o una en un almacén, Humilde la promovía. Fue a través de su otro empleo, en un camión de tacos, que forjó conexiones con la comunidad mexicoamericana de la ciudad, que en ese momento prefería bailar al ritmo de la música de banda. Así conoció a su socio comercial, Becerra, vendiéndole tacos. Eventualmente, comenzaron a planear fiestas en una casa en Compton que J.B. bautizó como “Humilde Rancho”. “Fue entonces cuando la gente empezó a llamarme ‘Jimmy el Humilde’, y simplemente lo adopté”, afirma.

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Humilde comenzó a reservar shows para artistas de corrido florecientes, como Komando Negro y Los Hijos de Barrón; “luego tocábamos hip-hop y reggaeton de la costa oeste entre sets”, agrega. “Para que las chicas bailaran. Quería que mis fiestas fueran diferentes, que fueran de L.A.”

Humilde se expandió rápidamente desde la contratación de artistas hasta su gestión y desarrollo. Poco después, Hijos de Barrón fue firmado por Universal y Komando Negro por el emergente sello indie DEL, también hogar de jóvenes artistas de corrido como Eslabón Armado y el fallecido Ariel Camacho.

“Invertíamos en construir las carreras de los artistas, luego otros sellos nos los arrebataban”, relata Humilde. “No sabía nada sobre cómo dirigir una empresa, pero me estaba cansando de perder gente”. Para 2011, nació Rancho Humilde Records.

“Admiraba a tipos como Puff Daddy, Dr. Dre y Master P”, agrega el ejecutivo, quien cita éxitos históricos del hip-hop como Death Row y Bad Boy Records como las bases de su negocio. Sus primeros artistas con contrato se alineaban con la cultura de marihuana del sur de California; el grupo Legado 7, del condado de Orange, acuñó el sintagma “corridos verdes”. “La marihuana estaba a punto de ser legalizada aquí en California, así que llegamos al mercado de los usuarios con ellos”, relata Humilde. También se arriesgó con Arsenal Efectivo -"[liderado por] el loco de Francisco [Rodríguez]”, agrega. "Él es quien comenzó a hablar de los trap corridos, porque en realidad estaba trampeando. Fue a la cárcel por transportar armas ilegales a México”.

Para 2020, los lanzamientos de ambos artistas alcanzaron estatus de platino.

Hoy, Natanael Cano, de 19 años, es el artista más popular del sello. Originario de Hermosillo, una ciudad de Sonora, México, el larguirucho cantante y guitarrista ha registrado cientos de millones de escuchas en YouTube y Spotify. El álbum de Cano de 2019, “Corridos tumbados”, debutó en la lista Billboard 200 en el puesto 166, una novedad para cualquier artista de Rancho Humilde, y 80 semanas después se mantiene en la cima del ranking de álbumes regionales mexicanos. Para el verano de 2020, Cano era el tercer artista latino más consumido en Estados Unidos según Nielsen Music, detrás de las potencias del reggaetón Bad Bunny y Ozuna.

“Cuando recibió su primer gran sueldo, ‘Nata’ compró dos cosas: una casa para su madre y una camioneta para su padre”, relata Humilde, quien firmó a Cano después de verlo tocar la guitarra en Instagram. “Luego se compró el GT-R”.

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Cano, quien telefonea desde el interior de su deportivo Nissan GT-R, es un hombre de pocas palabras más allá de sus canciones, que detallan los volubles romances adolescentes, así como su anhelo de estrellato. “Mantengo las cosas simples”, expone él. “Cuando Jimmy me contrató, le pedí $30.000 y un viaje a Los Ángeles. Le dije que lo compensaría […] e hice más que eso”.

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El momento clave de Cano llegó en 2019, cuando la superestrella del reguetón Bad Bunny apareció en Instagram, bebiendo tequila y cantando “Soy el diablo”, de Cano, en su teléfono. Los dos improvisaron un remix, para el cual Bad Bunny adoptó una cadencia norteña que acompaña el trabajo de guitarra acústica de Cano. “No grabo un corrido con cualquier artista; tiene que aportar algo diferente a la mezcla”, añade Cano. “Ahí es donde está la oportunidad”.

Bad Bunny es uno de los pocos forasteros que Humilde indagó y aprobó para trabajar con su sello. “He rechazado a mucha gente”, asegura. “Otro tipo del reggaetón quería trabajar con nosotros, pero pensé que su canción era un poco degradante para las mujeres. No quiero editar nada que hable mal de las mujeres; mi madre me patearía el trasero”.

A principios de 2020, Humilde contrató a la cantautora de 18 años Ivonne Galaz, la primera artista femenina de Rancho Humilde. Nacida en Ciudad Obregón, Sonora, Galaz y su hermana mayor llegaron a Estados Unidos cuando eran adolescentes, después de que su madre muriera de leucemia. Galaz grabó su primera canción con Cano, “Golpes de la vida”, que evoca su recorrido personal desde ser una chica tímida y con aspecto varonil en Sonora, a una joven segura de sí misma que vive en Los Ángeles. “No vengo a mostrarte lo que me falta”, canta con una voz contralto suave y serena.

“De hecho, vivía en el mismo edificio [en el centro de Los Ángeles] que Jimmy Humilde”, relata Galaz. “Mi cuñado lo vio un día en el elevador; al día siguiente subí a tocarle mi canción. La repetí como 10 veces. Nunca antes habían escuchado a una mujer cantar corridos así".

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Siguiendo los pasos de la cantante lesbiana de rancheras Chavela Vargas, así como de la audaz estrella de banda de Long Beach Jenni Rivera, Galaz no solo intenta mezclar el género, sino la cultura que lo rodea. “Creo que para ser un buen artista en estos tiempos debes tener la mente abierta a nuevos estilos de vida, nuevos sonidos, cualquier cosa nueva”, expone. “Debes estar abierto”.

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Cano y Galaz son dos artistas mexicanos que lograron abrazar el híbrido distintivo de la cultura popular mexicano-estadounidense. “Eso no pasa mucho”, considera el líder de Fuerza Regida, Jesús Ortíz Paz, quien escribió “Radicamos en South Central”, como un reclamo de sus raíces angelinas. “Los mexicanos de México solían menospreciar a los de Estados Unidos. Somos del barrio, pero somos mexicanos. Merecemos respeto”.

El disco de Fuerza Regida de 2019, “Del barrio hasta aquí”, debutó en el número uno en la lista de álbumes regionales mexicanos de Billboard, pero la banda no siempre se sintió tan segura. En los inicios de Fuerza Regida, explica Ortíz, “usábamos los trajes tradicionales que todos usan, con las botas y los sombreros. Cuando metimos la camisa por dentro de los pantalones, nos sentíamos gordos. Ahora nos vestimos como somos, y a la gente le agradamos de todas formas”.

Pero además de todos los fanáticos que Rancho Humilde ha cultivado en los últimos años, también generó cierto rechazo por parte del establishment regional mexicano. En una entrevista en YouTube, el icónico cantante regional mexicano Pepe Aguilar, hijo de la leyenda del mariachi Antonio Aguilar, lamentó el cambio de tradición de la música y describió lo contemporáneo como “mediocre” y “barato”.

“Podrías haber dicho que no te gusta esta música y punto”, escupió Cano durante un video de Instagram Live, apuntando con el dedo medio hacia la cámara. "¡A mi mamá ni siquiera le gustas tú!”.

Aguilar luego negó haber hablado de Cano. “Ni siquiera sé quién eres”, respondió en un video en Instagram.

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Mientras tanto, el arrebato de Cano despertó el interés de la superestrella del mariachi pop Alejandro Fernández, hijo de Vicente Fernández, alias el Rey de la Ranchera. El mes pasado, Fernández hijo cofirmó el movimiento de corridos tumbados con un enérgico remix de la balada de Cano de 2019 “Amor Tumbado”, acompañado con un conjunto tradicional de trompetas, cuerdas y acordeón. Para Humilde, es una señal de lo que vendrá.

“[La gente de México] no siempre nos respetó, pero ahora están interesados en cómo hacemos las cosas. Nos gusta el hip-hop, nos gusta el low-riding”, dice. “Y ahora, [Rancho Humilde] posee el 58% de la participación de mercado [latino] en Apple. Lo que hacemos está funcionando”.

Humilde, que siempre se describe a sí mismo como dinámico, no piensa conformarse con ser el director ejecutivo de un sello discográfico. Sus próximos proyectos incluyen un regreso ‘al estilo Diddy’ con su propia música, comenzando con su reciente lanzamiento, “Desde abajo”; un guión para una película con Ortíz como protagonista; y, en conexión con sus raíces, un campamento de verano para niños locales en un espacio de oficina que compró en el centro de L.A. “Puse un millón de dólares en ese espacio para que nuestros chicos pudieran tener oportunidades”, reflexiona. “Quiero representar a mi cultura, mi L.A. Esta ciudad es mi corazón”.

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