Una empresa para echar la vista atrás y pensar que la vida ha merecido la pena

Una búsqueda en Google unió a Alexa Varsavsky e Isabel Oriol, ambas de 31 años. Una nació en Nueva York y la otra, en Madrid. “Después de siete años en el sector tecnológico, pasé meses de reflexión. Pensaba en dónde, cuando tuviera 80 años, me habría gustado poner mi grano de arena para un mundo mejor. Y llegué a la conclusión de que querría haber abierto oportunidades a las mujeres de la próxima generación”. La pandemia y un creciente desinterés por su trabajo, llevó a Varsavsky de vuelta a la capital española, donde había pasado su infancia. Otro viaje “interior y lento” le hizo ser consciente de la desigualdad de género. “Me sentía afortunada por mi vida, pero veía cosas como que con 12 años te digan que te cuides de ponerte falda o que te paguen menos por el mismo trabajo que hace un hombre”, continúa. Por eso, un día del verano de 2020 tecleó: “impacto social empresas Madrid”. Y encontró a Oriol. La madrileña llevaba un lustro trabajando con su marido en MiCrowd, un producto financiero de microcréditos para mujeres de Latinoamérica.

En enero de 2021, pocos meses después de intercambiarse los primeros correos electrónicos y conocerse, ambas lanzaron ADA Impacto, una empresa tecnológica “para captar, hacer seguimiento y retener a los clientes de instituciones financieras”. Pero con el foco en las pequeñas emprendedoras latinoamericanas, la mayoría sin una cuenta bancaria, pero que acceden a préstamos para sacar adelante sus negocios. Su idea ha sido galardonada por la Women’s World Banking.

“Es una falacia que necesiten solo ayuda o formación. Lo que precisan son fondos para sus negocios”, opina Oriol. La madrileña se refiere a las mujeres que tienen un puesto de comida, que mercadean con cosméticos por catálogo o hacen la manicura a domicilio en países en desarrollo. Oriol recuerda que en su primer viaje a Nicaragua para reunirse con unos socios locales de MiCrowd, se encontró con la Verdulería Pastorcita en un mercado. “Tenían todo ordenado y bonito. Y las vendedoras llevaban camisetas con su logo”. Aunque lo desconocía entonces, aquellas mujeres habían mejorado su puesto de venta gracias a un préstamo de su empresa. “Tienen ambición y ganas de prosperar. Mi mayor aprendizaje fue que no hay que tenerles pena, sino hacer negocios con ellas”, comenta. La segunda enseñanza fue que la tecnología puede ofrecer oportunidades. “La población en muchos países no tiene bancos, pero sí un móvil”, explica.

Según recoge un estudio de Women’s World Banking, de los 1.700 millones de personas en el planeta que continúan sin estar bancarizados, la mayoría ―unos mil millones― son mujeres. “En México, más de la mitad de la población se encuentra financieramente excluida o no tiene acceso a una cuenta bancaria, y las mujeres enfrentan barreras excesivas”, anotan los autores. Los 6,3 millones de microempresas, pequeñas y medianas (MIPYMES) de ese país generan casi la mitad del PIB y emplean al 37% de la fuerza laboral. De ellas, el 94,2% son microempresas, y más de la mitad son propiedad o están dirigidas por mujeres. A pesar del dominio de este segmento en la economía, la mayoría de las transacciones todavía se realizan en efectivo. Por contra, el 75,1% de la población cuenta con un teléfono móvil, señala el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).

Una empresa para echar la vista atrás y pensar que la vida ha merecido la pena

En esta ensalada de datos, Varsavsky y Oriol vieron la oportunidad de crear un producto tecnológico que facilitase a las mujeres ―por ser las más discriminadas en el acceso a fondos― a administrar sus créditos. Y empezaron por ofertarlo en México, donde dos instituciones financieras se interesaron por su idea, de tal modo que cuando hacen un préstamo ofrecen a sus clientas la herramienta de gestión de ADA Impacto. Unas 2.000 usuarias ya usan su aplicación en el móvil y calculan que serán 5.000 a final de año. “Con el smartphone pueden pedir, recibir y devolver los créditos”, resume Varsavsky. El siguiente paso es que todo eso suceda en WhatsApp, avanza.

Las creadoras de ADA Impacto pensaron que, además de la gestión de sus créditos, las emprendedoras demandarían información y asesoría financiera. Por eso contrataron a cinco mentoras digitales. Ellas son el acompañamiento que las usuarias necesitan, las que resuelven sus dudas y las guían para que logren sus metas de negocio. “Las entrenamos para utilizar plataformas digitales con las que gestionan cientos de conversaciones por WhatsApp”, explica Oriol. “Para todas somos el primer empleo formal que tienen y saben que van a tener ingresos todos los meses. Tres de ellas incluso se tuvieron que abrir una cuenta para poder cobrar la nómina”, detalla la madrileña. “Y trabajan desde casa, fundamental para ellas que son quienes cuidan de los hijos en el hogar”, apunta Varsavsky.

La inteligencia artificial aprende de las conversaciones que las mentoras mantienen con las usuarias. El objetivo es que el bot alcance a realizar el 90% del trabajo de asesoría facilitando que una sola mentora gestione a 5.000 prestatarias. Algo que, según las proyecciones de negocio de las creadoras de ADA Impacto, van a necesitar. De consolidar las nueve pruebas piloto con nuevos clientes, su público podría aumentar hasta 300.000 personas muy rápido.

Los datos que recaban de sus usuarias y las interacciones con las mentoras son reveladores. “Las mujeres que cuentan con nuestro acompañamiento se retrasan un 20% menos en la devolución de los créditos”, asegura Oriol. “Y al final pagan menos intereses porque pagan a tiempo”. Licenciada en empresariales, Oriol sostiene que “la forma más eficiente de ver progresar a las mujeres es a través del microcrédito a sus emprendimientos”. Lo dice desde la experiencia de haber trabajado en la FAO, la agencia para la alimentación de la ONU, y en el departamento de Responsabilidad Social Corporativa de una gran empresa, en ambos casos en Latinoamérica. “Quería ser partícipe en acabar con la pobreza extrema”, explica su trayectoria.

ADA Impacto ya es rentable. Salieron al mercado en mayo de 2021 y acabarán el año con 40.000 euros de ingresos. El premio de Women’s World Banking reconociendo su innovación les reportará prestigio y una red de contactos en el sector que ya están empezando a explorar. “Mi sueño sería ver que acompañamos a este sector de la población desde la informalidad hacia la formalidad financiera”, revela Oriol. Por su parte, Varsavsky quiere que “gracias a la digitalización, a las mujeres se les abra el mundo: que no tengan que rogar por un servicio, sino que tengan el poder de elegir y comprar”. Es cuando viajan a México y conocen personalmente a las usuarias, cuando esos sueños se hacen realidad. “Sabemos que todo tiene sentido y que estamos en el buen camino”, dice la neoyorkina. “Tenemos el mejor trabajo”, zanja su compañera.

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