La escasez de semiconductores y la criptominería encarecen tarjetas gráficas
Estas dos industrias comparten un punto común, la necesidad de equipos y componentes especializados con capacidad de procesamiento más alta. Componentes como tarjetas madre, procesadores, fuentes de poder, memorias RAM y enfriadores son componentes básicos que necesitan quienes buscan armar una computadora para cualquiera que sea el fin, jugar o minar.
Sin embargo, la disputa viene de la mano de las tarjetas gráficas. Un recurso que se ha vuelto escaso, cotizado y caro.
Uso de tarjetas gráficas en el mundo gamer
Para los gamers, las tarjetas de video representan la visualización de gráficos detallados, aumentan la resolución y las texturas. El gamer casual busca mejorar su experiencia visual y de renderización. Aprovechando al máximo la fluidez de la imagen y cada detalle. Para los jugadores más especializados o en busca de profesionalizarse, este equipo también permite mejorar su desempeño al aumentar el número de cuadros por segundo (FPS) el rango de visión y por supuesto disfrutar de lo visual, para tener mejor desempeño y ser más competitivo.
En comparación, mientras que para el gaming es una herramienta que busca mejorar la experiencia, para la minería las tarjetas gráficas son la base. Especialmente en los últimos años por la forma en que se minan las principales monedas como bitcoin y ethereum ya que requieren una capacidad de procesamiento llamada “hash”.
Para esta tarea de minería, se solían usar unos equipos llamados ASIC, que se programaban para resolver el algoritmo de cada moneda. Es decir, un ASIC de bitcoin solo puede minar Bitcoin. Esto trajo distintos problemas, por su coste y dedicación, solo ciertas personas o compañías podían acceder a los equipos y empezaba a centralizarse el volumen de las criptomonedas en ciertas manos, lo que podría contradecir el principio de validación conjunta del blockchain, y que, si se buscaba cambiar la forma de procesamiento, el ASIC queda obsoleto.
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— Age In Grace Sat Apr 25 08:22:02 +0000 2020
Esto cambió en los años recientes y se notó que las tarjetas gráficas podían resolver este volumen de cálculos de forma eficiente sin la necesidad de comprar un ASIC, de forma más dinámica, que se ajustan a nuevos protocolos, y aunque no minan con la misma eficiencia, tienen ventajas de conveniencia de compra, alcance y montaje.
Esto ha acelerado la carrera de los fabricantes por tener la tarjeta gráfica más potente, rápida y eficiente del mercado. Hoy vemos lanzamientos de NVIDIA, ZOTAC, Gigabyte o Intel al nivel de producción con los que se anunciaban los procesadores o CPU en el pasado.
En esta lucha por las tarjetas, como en todos los productos que escasean, ha habido un alza considerable de precios. Por lo que, a inicios del 2022 no es raro ver en México tarjetas gráficas de procesamiento estándar rondar los 20,000 pesos mexicanos, mientras que las más eficientes pueden superar los 100,000.
También la reventa y especulación se ha vuelto una práctica común, y se encuentran en eBay o Mercadolibre tarjetas usadas en precios superiores a los 50,000 pesos, sin garantía de que tan usadas han sido o cuánto tiempo de trabajo tienen.
Esta diferencia de uso ha desalentado a algunos gamers que quieren iniciar en la construcción de una computadora, ya que mientras ellos buscan como mejorar su experiencia, para los mineros es un modelo negocio, que aun con los precios altos es rentable. Mientras qué unos piensan en cuál será la mejor tarjeta para aumentar el rendimiento, el minero piensa en cuánto puede invertir y en cuánto puede ganar. “¿Cuánto me harán ganar estas 8 tarjetas gráficas en un año?”
Las criptomonedas están buscando protocolos y formatos más simples, que sean más amigables con el medio ambiente y que se diversifiquen entre los tenedores de cripto. En especial, este paradigma parece que va a cambiar con el Ethereum 2.0, que promete cambiará las reglas de minado en pro de los usuarios y tomando en cuenta el consumo energético.
Mientras tanto, la lucha por las tarjetas gráficas entre mineros y gamers seguirá, así como los precios y la escasez, que aún no tiene fecha por acabar.