La nueva Greta independiente de sus padres: muchos "cojones" y mandar a "la mierda" a los políticos mientras su hermana Beata prepara un musical
Greta Thunberg (18) nunca congenió con Donald Trump, más bien fue su némesis, pero sí parece haber seguido en parte aquella recomendación que le hizo el expresidente estadounidense ("Chill, Greta, chill") después de aquel famoso y furioso discurso de 2019 en que la activista sueca abroncó a los líderes mundiales en plena sede de la ONU. "How dare you", les expresó con gesto displicente.
Aunque no ha cedido ni un ápice en su militancia, su reciente mayoría de edad ha dado paso a una nueva Greta menos tensa, más risueña, que sigue sin dar tregua, pero que también encuentra cierto hueco para el humor. Aunque no siempre sea del gusto de todos, como cuando esta semana robó el protagonismo en la apertura en Glasgow del Cop26, la cumbre del clima, entonando una cancioncilla dirigida a los políticos para arengar a sus tropas justo antes de una manifestación: "Os podéis meter vuestra crisis del clima por el culo...". Luego, sin dejar de sonreír, siguió enfervorizando a la multitud: "No más explotación, no más bla, bla, bla, no más de lo que cojones estén haciendo ahí dentro".
La nueva Greta, que ha prometido con sorna en Twitter que ya no habrá más lenguaje soez por su parte, es probablemente fruto de los cambios que se han producido en su vida en los últimos meses: se ha independizado, ha vuelto al instituto, ha sido portada en Vogue, y las actividades familiares van viento en popa, con su madre, Malena Ernman, y su hermana, Beata, protagonizando un musical sobre Edith Piaf en un teatro de Estocolmo.
CON SUS DOS PERROS
Efectivamente, Greta vive ahora sola en un apartamento prestado, o más bien acompañada de sus dos perros, la labrador Roxy y el golden retriever Moses. Allí compagina las tareas escolares con el activismo en la organización Fridays for Future: "Cuando tienes los pies en la tierra, no es tan difícil volver a la vida normal, y afortunadamente resido en Suecia, donde la gente no se preocupa tanto por los famosos. Así que me dejan tranquila". Debido a la pandemia, el movimiento se ha acostumbrado a reunirse online, lo que le hace ganar tiempo a Greta para lo realmente importante: "Intento ser eficiente, hacer todos los deberes mientras estoy en la escuela, para que al volver a casa pueda trabajar y hacer otras cosas".
No muy lejos de su apartamento, cerca del centro de la capital sueca, fue donde Fridays for Future organizó el pasado octubre la edición local de Climate Live, una serie de conciertos que tuvieron lugar en ciudades de todo el mundo para concienciar a los jóvenes sobre los desafíos climáticos. Allí se vio a la nueva Greta en todo su esplendor. A modo de introducción al evento, cantó y bailó con entusiasmo, a dúo con Andreas Magnusson, otro de los organizadores, una desafinada versión del clásico ochentero de Rick Astley Never Gonna Give You Up.
Eso sí, luego repartió su habitual estopa: "El mundo se encuentra ahora en una crisis existencial que ya se está cobrando innumerables vidas y destruyendo sociedades. La crisis climática no se producirá en el futuro, ya está aquí. Los políticos y los poderes siguen como antes. Sólo hablan para que parezca que hacen algo. En realidad, sabemos muy bien que el cambio no va a venir de ellos. Se producirá cuando la gente esté harta. Depende de nosotros".
EL MUSICAL DE BEATA
Más dotadas para la música, su madre, Malena, cantante de ópera, y su hermana menor, Beata, estrenaron ese mismo mes el musical Piaf For Ever en el teatro Göta Lejon. 61 representaciones hasta el 5 de marzo de 2022. Malena es la Piaf adulta; Beata, la Piaf juvenil. Juntas se supone que "retratan la realidad interior y exterior de Edith a través del diálogo entre su yo adulto y el adolescente". De momento, con gran éxito de público y crítica, muy impresionada esta última, como el tabloide Aftonbladet, por el talento de la pequeña de los Thunberg-Ernman: "Beata se acerca al timbre de Piaf en algunas de las canciones, tiene una presencia impresionante y desprende confianza en el escenario. En sus números vocales está el nervio de la noche".
Greta también tuvo su porción de glamur con la portada que le dedicó en agosto la edición escandinava de Vogue. Aunque aparte de las pastorales estampas, con caballo islandés incluido, en que fue fotografiada por el dúo sueco Alexandrov Klum, la entrevista contenía los habituales dardos a los poderosos y un ataque demoledor contra la industria de la moda: "Contribuye en gran medida a la crisis climática, por no mencionar su impacto en los innumerables trabajadores y comunidades explotados en todo el mundo para que algunos disfruten de una moda rápida y desechable. Nos quieren hacer creer que las marcas de moda empiezan a asumir su responsabilidad, gastando cantidades enormes en campañas en las que se presentan como sostenibles, éticas y verdes. Seamos claros: esto casi nunca es más que puro greenwashing. No se puede producir moda en masa ni consumir de forma sostenible tal y como está configurado el mundo hoy en día. Por eso necesitamos un cambio de sistema".
ROPA PRESTADA
Greta explicó a Vogue que hace tres años que no compra ropa, ni nueva, ni de segunda mano: "Sólo llevo cosas que me presta gente que conozco". Aun así, no consiguió salir indemne del reportaje. La culpa la tuvieron un par de prendas de lana que lucía en las fotos y que provocaron una pequeña tormenta de indignación animalista en redes sociales: "¿Una vegana que lleva lana y promueve la crueldad hacia los animales?", "Absolutamente despreciable, las ovejas no están para que las usemos los humanos por muy sostenible que sea su explotación", o "Greta dijo que era vegana, pero explotar los cuerpos de las ovejas no es muy vegano porque todas acaban sacrificadas" fueron algunos de los mensajes arrojados contra la joven activista.
PETA, la poderosa organización internacional de defensa de los derechos de los animales, salió sin embargo en su defensa: "Hemos podido confirmar que no era consciente de que la ropa con que fue fotografiada estaba hecha de lana real".
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