Century 21 se declara en bancarrota y cierra sus tiendas
Los carteles de “Liquidación total” llevan más de una semana colgados en Century 21, la tienda departamental donde por el costo de unas horas un comprador podría tropezar con un traje Hugo Boss o un par de zapatos Yves Saint Laurent con un gran descuento. A principios de septiembre, la compañía anunció que solicitará la protección del Capítulo 11 de bancarrota, para cerrar sus 13 tiendas y sus operaciones de comercio electrónico, con lo que llega a su fin esta empresa familiar que se fundó en 1961.
Muchos neoyorquinos están de luto por su muerte, aunque pocos expresaron sorpresa por su desaparición. “Siento como que crecí en la original en el centro y tenía las mejores ofertas, pero luego se convirtió en una tienda departamental tradicional que no tenía el mismo tipo de caza (de ofertas)”, dijo Meredith Paley, de 53 años, mientras esperaba en la fila para explorar durante la venta de cierre de la tienda en el Upper West Side.
Los cazaofertas
La tienda insignia de Century 21 en el World Trade Center durante décadas fue el destino de los turistas y cazadores de gangas locales. Su nombre apareció en la serie de televisión de HBO Sex and the City cuando Carrie Bradshaw, el personaje interpretado por Sarah Jessica Parker, calificó a la tienda del centro como “la mejor parte de ser un jurado”.
Una mención a la que la compañía todavía se aferró por sus descuentos de buena fe en un pie de página de una presentación en tribunales de este mismo año. Para todas aquellas personas en Nueva York que se sentían excluidas por el personal o por los precios de las tiendas departamentales tradicionales, Century 21 era similar a Valhalla.
Era lo opuesto a la venta de muestras exclusiva para personas dentro de la compañía, la que estaba oculta en el tercer piso de un edificio anodino en el Garment District. Para legiones de estudiantes universitarios de la Universidad de Nueva York, el corto viaje en metro al centro de la ciudad era casi una parte de la orientación, un rito de iniciación similar a la venta anual de Barney's Warehouse que permitía a los veinteañeros jugar a disfrazarse con marcas que de otra forma no podrían costear.
Un año turbulento
Los procedimientos de quiebra y liquidación de Century 21 son solo los últimos en un año turbulento para los minoristas en Estados Unidos (EU), empresas que resultaron afectadas por una fuerte caída en el gasto de los consumidores a medida que el coronavirus se propagaba sin descanso por todo el país. Neiman Marcus, J Crew, Lord & Taylor, Brooks Brothers y JC Penney también se declararon en quiebra este año.
Barneys, la tienda departamental de artículos de lujo, cerró sus puertas de forma definitiva a principios de este año después de declararse en quiebra en 2019.
Century 21, que generó 747 millones de dólares (mdd) en ingresos en el último año fiscal, dijo que se vio obligada a cerrar después de que sus aseguradoras, entre ellas Starr Group y Allianz, de Maurice Greenberg, no pagaron el seguro de continuidad del negocio, luego del cierre económico obligado por la pandemia.
La tienda departamental demandó a sus aseguradoras en julio por 175 mdd, después de caer en incumplimiento de una línea de crédito revolvente, con una deuda de 56 mdd a JPMorgan Chase, Bank of America y Bank Hapoalim. Debía aún más millones de dólares a proveedores como PVH, dueño de Calvin Klein.
El dinero de los seguros fue de ayuda para salvar a la empresa en el pasado. La tienda insignia de Century 21 en Cortlandt Street sufrió daños importantes en los ataques del 11 de septiembre en Manhattan, lo que obligó a cerrarla.
El minorista finalmente optó por reconstruir en el mismo sitio, volviendo a abrir meses más tarde y permaneciendo como un destino a medida que los nuevos rascacielos volvían a aparecer a su alrededor. Si bien los registros financieros de la compañía son privados, los minoristas con precios de descuento suelen tener un buen desempeño durante las recesiones económicas.
“Los precios de descuento son atractivos en una recesión y al salir de ella, por lo que sorprende verlos cerrar”, dice John Kernan, analista de Cowen. Las tiendas de descuentos prosperaron durante la última crisis financiera, incluso cuando la industria de la moda sufrió.
El tráfico de clientes en TJ Maxx y TJX, el propietario de Marshall’s, aumentó en 2008 y 2009, y tanto él como su rival de descuentos Ross Stores informaron un aumento en los ingresos. Los sitios de comercio electrónico como Gilt Groupe y Rue La La florecieron, mientras que las principales tiendas departamentales trabajaban para expandirse hacia el negocio de las tiendas de descuento, ya que tenían un exceso de inventario.
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Pero el desplome del gasto en el comercio minorista de 2020 superó por mucho todo lo que los minoristas de ropa habían visto en las cuatro décadas anteriores. Confinados en sus hogares, los consumidores no sintieron la necesidad de derrochar en vestidos de coctel o ropa de trabajo.
No está claro cuándo va a volver la demanda de ese tipo de mercancía. “En 2008, la gente todavía se reunía en grandes grupos y socializaba y continuaba con gran parte de su estilo de vida cotidiano”, dice Alexandra Wilkis Wilson, una de las cofundadoras de Gilt. “La primavera pasada, los consumidores se acostumbraron rápidamente a vivir sus vidas desde casa... las diferencias en el estilo de vida realmente tuvieron un impacto en la forma en que los consumidores piensan sobre el gasto”.
Competencia por las gangas
Wilkis Wilson caminaba por los pisos de la tienda Century 21 del centro en los primeros días de Gilt para investigar qué marcas tenían exceso de mercancía y ver qué se vendía bien. Años antes, cuando era analista en Merrill Lynch, solía acudir a la tienda a la hora del almuerzo.
Eso fue antes de que el desarrollador inmobiliario Brookfield construyera un centro comercial de lujo frente al World Trade Center, cuando las opciones de compras en el centro todavía eran escasas. “Era un punto de referencia de Nueva York”, agrega, “una institución”.
Pero la competencia en la industria de precios de descuento se intensificó desde la crisis de 2008-2009. Los proveedores de artículos de lujo se alejaron de los distribuidores mayoristas y desarrollaron sus propias operaciones de comercio electrónico y minoristas.
Muchos abrieron sus propios outlets (tiendas de descuento), tratando de capitalizar al consumidor que buscaba una ganga. Esto hizo que las compras fueran cada vez más impredecibles en una tienda departamental como Century 21, que ahora tenía más dificultades para conseguir productos de las mejores marcas.
La compañía también se enfrentó a la creciente competencia de los canales en línea, donde los compradores pueden comparar precios fácilmente y conseguir las gangas sin tener que recorrer muchos estantes de ropa. Los sitios de segunda mano como The RealReal, que venden productos con poco uso de marcas como Chanel y Hermès, se convirtieron en negocios con ingresos de 1,000 mdd.
Planes frustrados
La familia Gindi, propietaria de Century 21, todavía planeaba su expansión antes del golpe del coronavirus. La compañía acordó abrir una tienda al otro lado del río Hudson en American Dream, el criticado megamall (megacentro comercial) de Nueva Jersey que después de años de remodelación planeaba abrir sus puertas a los compradores en marzo. También había planes para otras dos tiendas físicas.
Eso, desde luego, ya no ocurrirá. Century 21 no pudo encontrar un comprador para su negocio y ningún inversionista se acercó para inyectar nuevo efectivo. No está claro qué vendrá a reemplazar su cavernosa ubicación en el distrito financiero a medida que otros minoristas de ropa se retiren y los restaurantes y gimnasios cierren.
“Siempre fue algo bueno poder venir de compras y encontrar grandes ofertas”, dijo Rance Warlock, un neoyorquino que esperaba en la fila para comprar en la venta de liquidación por cierre del negocio. “No soy un tipo de marcas, pero la calidad es importante”.
La ciudad, por supuesto, ya encontró anteriormente la forma de seguir adelante. La tienda Century 21 cerca del Lincoln Center previamente fue un Barnes & Noble, la famosa librería a la que se culpó de impulsar el declive de las librerías independientes en la década de 1990.
Pero en 2010, la compañía decidió que no podía seguir el ritmo del aumento de los alquileres y decidió cerrar ese punto de referencia del vecindario. “Este espacio siempre fue importante”, agregó Warlock. “Hay tantos lugares desocupados en el área... Es triste”.
yvr
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