Happy Birthday Gaitán. - Eje21
Hoy domingo 23 de enero de 2022, estamos conmemorando el aniversario 124 del nacimiento del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán Ayala, vilmente asesinado hace ya 74 años
Considerado en el país como un verdadero caudillo y uno de los más connotados penalistas en la historia del derecho colombiano, Jorge Eliecer Gaitán Ayala fue el mayor de 6 hermanos, de extracción humilde, hijo de una maestra de escuela, Manuela Ayala, reconocida por sus posiciones liberales y su padre, Eliecer Gaitán Otálora, que emprendía negocios, como librerías de viejos libros y periódicos, también liberal de oposición. Había nacido en Bogotá el 23 de enero de 1898 en la calle 1ª. # 8 – 24, del barrio las Cruces, en donde actualmente funciona la cafetería Andrey. Tenía 50 años cuando fue asesinado.
Su preparación y ejercicio profesional como abogado, era reconocido no solo en el país, sino también en el exterior.
Jorge Eliécer Gaitán, muchacho inquieto por todo tipo de conocimiento, lector voraz, pero su fortaleza principal fue indudablemente la oratoria, capacidad que aprovechó tanto en el derecho, en las audiencias, como en la plaza pública, en la política.
Gaitán ingresó a la Universidad Nacional en febrero de 1920, a la facultad de Derecho, a pesar de que su padre quería que ejerciera un oficio más práctico que ayudara a toda la familia, y por su determinación académica decidió sacarlo de su casa; sin embargo, como estudiante universitario, siempre tuvo el apoyo de su madre.
La tesis de grado de Gaitán al culminar su carrera de Derecho, en 1924 a los 26 años de edad, fue un compendio de su pensamiento político, con el título de, Las ideas socialistas en Colombia.
Como litigante, Gaitán ejerció el Derecho Penal y su interés en esta área se dio por la posibilidad que ofrecía para usar su oratoria, pero especialmente para defender a las personas más castigadas por un orden social que no solo las excluía, sino que además las aislaba con graves condenas.
Herbert Braun relata en su libro Mataron a Gaitán su primer caso. En julio de 1923, sin haber culminado aún sus estudios,defendió a un pequeño comerciante condenado en primera instancia por robar a un acaudalado negociante tolimense que tenía el monopolio del aguardiente. En su defensa, el abogado resaltó las desigualdades sociales que permitían a los poderosos obtener ventajas sobre los más débiles y la injusticia cometida por las deudas que explotaban a los comerciantes.
También se hizo famosa la defensa del ciudadano Moisés García, acusado por la muerte de dos personas en el municipio del Cocuy, en 1937; como García era reconocido por los vecinos como enemigo de la malograda familia López, fue acusado de la autoría intelectual del crimen. Gaitán logró desvirtuar por completo la acusación por basarse en conjeturas sobre la enemistad entre familias y por la sugestión general, sin necesidad de acudir a pruebas de carácter científico o estudios sicológicos del acusado, tampoco a las pruebas de balística, algo novedoso para la época.
En 1926, Jorge Eliécer Gaitán viajó a la Real Universidad de Roma para especializarse en Derecho Penal y obtuvo el premio Enrico Ferri por su tesis, calificada Magna Cum Laude, El criterio positivo de la premeditación y los historiadores Adriana Rodríguez y Gilberto Parada, dijeron de él: “Gaitán reconoció su admiración por las doctrinas de Enrico Ferri y Cesare Lombroso. Al primero lo alabó por humanizar el derecho penal y convertir al hombre en un objeto de estudio y principal actor de la criminología; al segundo lo elevó a la cúspide de genio por interpretar las causas síquicas del delito con los elementos extraídos de la morfología».
Sin embargo, el caso que más resonancia dio a su imagen de brillante penalista, fue la discutida y polémica, defensa del teniente Jesús María Cortés Poveda, asesino del periodista Eudoro Galarza Ossa, nacido en Caramanta y radicado con su familia desde la edad de 16 años, en Manizales, propietario del periódico La Voz de Caldas. Tan importante fue el proceso, que la intervención final de Gaitán fue transmitida por radio. El triunfo que obtuvo Gaitán al lograr la libertad del militar se conoció en todo el país.
Hace 73 años, en la mañana del 9 de abril de 1948, viernes, Jorge Eliécer Gaitán, celebraba uno de sus éxitos como litigante, salió a la carrera séptima de Bogotá con varios amigos, a la una de la tarde, cerca de la avenida Jiménez, recibió cuatro disparos, suficientes para segar su vida.
Recuerda el autor bogotano Hebert Braun en su obra Mataron a Gaitan: vida pública y violencia urbana en Colombia, que, por ser un político moderno, sus colegas se burlaban de Gaitán, a la vez que le temían. Sentían que menospreciaba la vida pública, que la manchaba con pequeños detalles cotidianos. Ellos, en cambio, sentían que la política no se hacía con el pueblo, sino por encima del pueblo. No eran hombres de acción. Practicaban la vida contemplativa, la conversación y el diálogo.
No buscaban, como lo hacía Gaitán, hablarle directamente sobre sus necesidades inmediatas y sus ambiciones diarias. En el lazo emotivo que intentaba lograr Gaitán con cada individuo del pueblo que lo escuchaba, ellos veían la demagogia y la vulgaridad. Gaitán era un hombre peligroso, porque inmiscuía lo privado en lo público. El pueblo lo seguía como un hombre particular, y no tanto como a un estadista.
Gaitán fue el político de su generación que viajaba por el país distribuyendo jabón y pasta de dientes, que le suministraba uniforme a los taxistas. Quiso eliminar el uso de la ruana, ya que la consideraba una prenda mugrosa que ocultaba una suciedad aún mayor. Como alcalde de la capital, salía a la calle al amanecer para asegurarse de que la basura se estaba recogiendo debidamente. El era el que se preocupaba de que la Calle Real – la Séptima – y sus aceras estuviesen en buenas condiciones para que los transeúntes de la urbe pudieran llegar a sus quehaceres diarios sin mayores dificultades en la vía pública. Hasta puso baños públicos para las necesidades más privadas, en el centro de la ciudad.
Gaitán fundó su propio periódico, y lo denominó Jornada, término que entre sus varias acepciones significa las horas de un día de labores. Le dijo a Luis David Peña, el primer director del periódico: «Las cosas hay que llamarlas por su nombre. Nosotros no podemos hablar en eufemismos, ni desviar con palabrería inútil la dirección de nuestro pensamiento. Hay que hablar un lenguaje directo al pueblo». Al mismo tiempo, para Gaitán la vida privada era una vida de pasiones, de emociones, las cuales eran un medio para movilizar el pueblo, para compenetrarlo con la nación. Buscaba un equilibrio entre la razón y la pasión. Se opuso «al criterio verbalista de la política. No puedo aceptar el postulado que ha invadido las mentes, aun de las generaciones nuevas, de acuerdo con el cual las ondas pasiones, el amor fervoroso a los ideales convierten al hombre en un ser insustancial y romántico
A Gaitán lo inspiraba una concepción social que hoy en día se sobreentiende. Comprendía que el ser humano es en gran medida el resultado del contexto social en el que se desenvuelve, y que por lo tanto al individuo se le podría mejorar por medio de la acción, especialmente de la acción colectiva. Esta idea no le llegó del marxismo, sino del positivismo legal de Enrico Ferri que aprendió en Italia.
Para los jefes de los partidos, Gaitán era un espanto, un hombre irresponsable y peligroso que encendía lo que ellos temían como las pasiones primitivas del pueblo. Pero Gaitán no fue ningún revolucionario, ni un socialista. Acaso sí fue un revoltoso. Hombre de ideas moderadas, tuvo un estilo intempestivo que le llegó por su personalidad, por un cierto resentimiento social y por la parsimonia de la vida pública de la época. Porque era precisamente el solapado estilo de sus colegas lo que tanto susto le causaba. Lo que más temía Gaitán era la revolución, y se había convencido de que, si los líderes del país no se ponían al tanto de los cambios que acontecían a su alrededor, si no integraban el pueblo a la nación, si no buscaban un mejor equilibrio entre el país político y el país nacional, el pueblo excluido se les iba a venir encima. «En Colombia has dos países: el país político que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder, y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político. El país político tiene rutas diferentes a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!»
Entre la noche del jueves 8 y la madrugada del terrible viernes 9 de abril Gaitán se apunta otro sonoro triunfo en su oficio de abogado penalista, para desencanto del periodismo caldense, al lograr en Bogotá la absolución del teniente del Ejército Jesús María Cortés Poveda, sindicado del asesinato a sangre fría, en estado de indefensión, del periodista Eudoro Galarza Ossa, director del periódico “La Voz de Caldas”, ocurrido en Manizales el 12 de octubre de 1938.
Después de la vista pública, antes de dirigirse a su hogar, el doctor Jorge Eliécer tomó un par de copas, en la que iba a ser su última cena, en el restaurante “Marroco”.Las crónicas de la época cuentan que Gaitán se marchó a su casa en su automóvil a las dos de la madrugada del aciago día.Nadie imaginó que moriría once horas después.
El notable escritor y periodista Alejandro Vallejo amigo personal de Gaitán, oriundo de Manizales, – 21 de abril de 1902 -fue testigo de excepción del ataque mortal del magnicida Juan Roa Sierra, a la 1:05 de la tarde, en pleno corazón de la urbe capitalina.El consumado cronista político hacia parte del grupo que iba a almorzar con el caudillo, en un restaurante del centro de Bogotá, cuando se consumó el atentado que desencadenó la hecatombe de “El bogotazo”