Enfermeros que preparan fármacos en el Regional llevan un chaleco identificativo para no interrumpirles

ÁNGEL ESCALERA Málaga

Enfermeros del Hospital Regional (antiguo Carlos Haya) han puesto en marcha una estrategia de seguridad del paciente con el objetivo de evitar errores en la preparación y administración de medicamentos. En concreto, se trata de unos chalecos que las profesionales se pondrán cuando estén trabajando con un tratamiento farmacológico, lo que permitirá que sean identificados para reducir las interrupciones durante esta tarea.

Este pilotaje parte de la enfermería de la unidad asistencial de neurociencias, que engloba diversos servicios con pacientes complejos tales como ictus, cirugías cerebrales o epilepsias, entre otras enfermedades de origen neurológico o cerebral. A través de esta medida, con la que se informará a pacientes y profesionales mediante cartelería y charlas explicativas, se pretende establecer una estrategia de seguridad del enfermo para disminuir las interrupciones del personal de enfermería y, en consecuencia, reducir los posibles errores que puedan producirse por ello.

La coordinadora de cuidados de neurología, Luisa Vergara, señala que las interrupciones mientras se preparan fármacos aumentan un 13 por ciento del riesgo de error de medicación. «Son un factor perturbador de la enfermera, a la que genera estrés en la dinámica del proceso enfermero, y el principal punto crítico a la hora de la comisión de errores», señala Vergara, que es una de las enfermeras de las que ha partido esta iniciativa. Según indica, los profesionales de enfermería están expuestos «a un proceso constante de interrupción que produce una sobrecarga cognitiva en su actuación profesional lo que facilita que se produzcan errores».

Enfermeros que preparan fármacos en el Regional llevan un chaleco identificativo para no interrumpirles

La coordinadora de cuidados de neurocirugía, María José García, dice que los incidentes de errores en la preparación o administración de medicación «suelen estar relacionados con la práctica profesional, con los procedimientos o con los sistemas, incluyendo fallos en la prescripción, en la comunicación, en el etiquetado o envasado, además de en la denominación, la preparación, la dispensación, la distribución, la administración, e, incluso, en el seguimiento de la misma».

García, que también es precursora de esta iniciativa, reconoce que en la práctica diaria algunas de esas interrupciones pueden ser, desde la alarma de una bomba de nutrición hasta un familiar que pregunta por la salud de un paciente, pasando por el teléfono o la atención a un compañero que pueda presentar alguna duda. «Con esta sencilla decisión se puede aumentar la seguridad del paciente durante todo su ingreso», asegura María José García.

La unidad de neurociencias del Hospital Regional atiende cada año a 3.200 pacientes, que pasan una media de ingreso de 8,4 días. La enfermería de dicha unidad asistencial ha querido exportar esta medida, implantada en otros centros andaluces, con el objetivo de aumentar la seguridad del enfermo.

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