Los jerséis y bufandas más cañeros de este invierno los crea este bilbaíno y los vende su madre en su tienda

SARAI VÁZQUEZ

Hay hijos que cultivan desde niños las pasiones de sus padres y luego mantienen vivo su legado, pero este no es el caso de Alberto Eguíluz, bilbaíno de 29 años. De vez en cuando, echa una mano a su madre, Begoña Echevarría, en su boutique de moda, arte y decoración, Galería 8360, que regenta desde hace dos años, en el número 23 de la calle Fernández del Campo de Bilbao. Pero nunca se involucró en el negocio, ya que decidió labrarse su propio camino en el mundo de la comunicación audiovisual y en el panorama musical, ya que es bajista del grupo vizcaíno Vulk. «Pero gracias a la música y a la estética de las bandas punk rock, empecé a sentirme atraído por la moda», confiesa. Aportaba sus ideas en las camisetas del grupo, pero no fue hasta que el coronavirus le obligó a quedarse en casa y canceló muchos de los proyectos que se traía entre manos cuando este joven inquieto se dispuso a diseñar su propio jersey. «Llevaba tiempo fantaseando con dar forma a un modelo, ya que los de las tiendas no me gustaban y no cumplían mis requisitos, así que como me sobraba el tiempo, aproveché la oportunidad», indica. Pero lo que nunca se imaginó es que terminaría fundando su propia firma, bajo el nombre 'Toca Toca', y que sus jerseys y accesorios se harían un hueco entre las especiales prendas que ofrece Begoña en su comercio.Los jerséis y bufandas más cañeros de este invierno los crea este bilbaíno y los vende su madre en su tienda Los jerséis y bufandas más cañeros de este invierno los crea este bilbaíno y los vende su madre en su tienda

El escaparate de la tienda Galería 8360./ borja agudo

Durante las primeras semanas del confinamiento, Alberto comenzó a diseñar el jersey a través del diseño gráfico, para que luego una costurera lo confeccionara. Pero en aquel proceso creativo, concibió muchos modelos y se percató de que podría lanzar su propia firma. «Fui concretando diferentes aspectos, desde su logo hasta el nombre», cuenta. Y como la cuarentena no hacía más que alargarse, a Alberto también le dio tiempo a encontrar una fábrica especializada en lana, ubicada en Sabadell (Barcelona), que produjera sus diseños. «Se trata de un taller que permite hacer pedidos reducidos para firmas pequeñas. Cuando pude salir de Bizkaia, fui a visitarla. Me explicaron cómo se producían las prendas y los tipos de punto que existían. Tras la visita, decidí realizar con ellos el proceso productivo», detalla.

Deconstruir la estética militar

Los tres jerseys y los complementos diseñados por Alberto. / BORJA AGUDO

Los jerséis y bufandas más cañeros de este invierno los crea este bilbaíno y los vende su madre en su tienda

La primera colección de Alberto Eguíluz, bajo el nombre KDT (hace referencia al primer rango en el ejército), está compuesta por tres jerséis de mohair con estampado de camuflaje: el modelo 'Alpha' en rosa, el 'Parachute' en negro y el 'Big Boy' en rojo. «He buscado deconstruir la estética militar con el uso de colores vivos y tejidos suaves», indica. Se trata de prendas de calidad, con diseño distintivo y que no entienden de sexos ni edades. Los jerséis cuestan 250 euros.

Alberto posa con la mochila que ha diseñado, detrás dos de sus jerseys cuelgan del espejo./ BORJA AGUDO

Completa la colección con dos complementos: una mochila y una bufanda. «Buscando el 'packaging' adecuado, diseñé un macuto que confeccionó mi madre en la galería y en el que adherí a mano el logo de la firma. Me pareció un artículo muy útil y también decidí comercializarlo», cuenta. Por otro lado, a modo de colaboración, Alberto ideó una bufanda reversible con su novia, la diseñadora Julene Gregorio, quien le ha apoyado y le ha guiado durante el proyecto: «Nos pareció una buena idea lanzar un complemento conjunto para dar a conocer su firma homónima y la mía», explica. En el accesorio, aparecen por un lado los logos de las marcas y, por el otro, se aprecia el colorido camuflaje de los jerseys que ha ideado Alberto. «Este estampado también hace alusión a las manchas de las vacas porque la nueva colección de Julene es un homenaje su abuelo, que era ganadero», añade.

Dos modelos posan con el jersey que ha diseñado Alberto. / KEYAH JEWELS

Alberto admite que fundar una firma y lanzar al mercado una colección en apenas nueve meses ha supuesto mucho trabajo y esfuerzo. «Y más cuando estás tú solo, me lo he comido yo todo desde principio a fin», asegura. Eso sí, agradece a todas las personas que le han ayudado, desde su pareja, Julene, hasta Markel González, de Hemen, firma con tienda y taller en el Casco Viejo. «Iba casi una vez a la semana a su estudio para que me orientaran», recuerda entre risas. Sin olvidar a su madre, que le hizo un hueco entre las prendas especiales de su tienda. «En realidad, estaba buscando unos jerseys para incorporar en la tienda de cara al invierno y me lo propuso», explica. Hoy, Begoña expone en el escaparate de su tienda las prendas y accesorios de su hijo. «Para mí es muy emocionante, es algo que pensaba que nunca iba a suceder. Y la verdad es que están funcionando, a la gente les gustan, llaman mucho la atención en la cristalera y la gente entra», dice orgullosa.

Las prendas y los accesorios de la colección también se venden a través de la página web de la marca. Y desde que se lanzaron a la venta, a principios de diciembre, Alberto admite que han tenido «buena aceptación», a pesar de que «no todo el mundo está dispuesto a pagar 250 euros por un jersey» y de que todavía está empezando. De momento, las prendas que ideó con tanta dedicación durante aquellos días de encierro, ya las visten personas de Bilbao y de otros municipios de Bizkaia, como Berriz. «Van dirigidas a quienes aprecian los artículos locales y de calidad», indica. Después de haber disfrutado del proceso de creación de su primera colección y una vez que ha metido el pie en la moda, espera poder desarrollar su firma «hasta donde pueda llegar y más allá». En el futuro, le gustaría colaborar con diferentes artistas para dar forma a otras líneas y advierte de que no se va a encasillar en idear jerséis: «No prometo que todas las colecciones sean así de suaves».

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