Christina Aguilera: “Lo que más me importa es ser un icono para mis hijos”

Que 20 años después de su triunfo musical Christina Aguilera, de 41, sigue siendo una diva de la canción internacional es algo establecido. La situación queda aún más clara cuando, sonriente y tan simpática como si nada hubiera pasado, llega 45 minutos tarde a la entrevista telemática, cuyo tiempo se acortará hasta casi la mitad de lo pactado. Pero con su buen talante y unas cuantas carcajadas, pasa a segundo plano. Mientras los demás se presentan con sus conexiones de Zoom caseras y sus paredes blancas, Aguilera hace una aparición estelar: calidad de vídeo impoluta (parece más una retransmisión televisiva que una conexión en directo con la otra punta del mundo), maquillaje ídem, su cabellera rubia al viento sobre un fondo ajardinado y todo un discurso de casi cinco minutos en el que repasa en un instante desde lo joven que era cuando empezó hasta los egos de la industria musical o cómo ha cambiado su carrera y su percepción de lo que es el éxito el hecho de ser madre.

Aguilera se conecta a la entrevista desde una soleada Los Ángeles (California) para presentar su nuevo trabajo, Santo, una canción que acaba de lanzar con el reguetonero Ozuna. Forma parte de su nuevo disco, titulado La Fuerza, con seis canciones. Y sí, igual que la que canta con el puertorriqueño y como indica el título del trabajo, todos los temas son en español. Algo sorprendente para la neoyorquina, porque de su decena de discos el último (y único) en castellano fue Mi Reflejo, hace más de dos décadas, con grabaciones que fueron grandes hits. Sin embargo, a lo largo de toda la charla ella se deshace en halagos a lo latino, desde la gente al idioma o la forma de trabajar.

“Este es un momento emocionante”, concede la artista. “Es algo que he querido hacer durante mucho, mucho tiempo, después de la experiencia tan fabulosa que fue hacer Mi Reflejo hace más de 20 años, cuando era Baby Christina”, ríe. “Así que volver ahora como mujer adulta me hace estar estoy muy emocionada”. La cantante sonríe de nuevo cuando se le recuerda que no han pasado 20, sino 22 años desde aquel contenedor de Genio Atrapado, Pero me acuerdo de ti o Ven conmigo. “Es increíble... Sabía que eran veintialgo, pero estoy en shock”, reconoce.

Aquella vivencia, la de ese segundo álbum que llegó solo unos meses después el éxito de su primer álbum homónimo, le cambió la vida. Lo grabó en Miami, igual que ahora La Fuerza. “Siempre resulta increíble cuando grabo en español. También pasó con este proyecto. Siempre estoy rodeada de letristas, músicos, productores... que son increíbles. Se trabaja muy bien con ellos, se dan mucho amor los unos a los otros”, reflexiona, asumiendo que crear música en inglés “es un poquito distinto”. “O así lo siento yo. A veces me da la sensación de que hay más egos implicados, cosas que pasan... Pero en la música latina, también en este proyecto, todo el mundo se implica, emociona, aman hacer lo que hacen. Y eso significa mucho para mí. Porque, al fin y al cabo, la música debe sentirse con el corazón, nada más”.

Christina Aguilera: “Lo que más me importa es ser un icono para mis hijos”

La Aguilera de ahora observa, precisamente, el reflejo de aquella otra. Se gusta en el cambio, pero también aprecia todo lo que ha vivido. “Hace 22 años era una niña, estaba muy verde en la industria, era muy nueva... y estaba muy ocupada”, vuelve a reír. “Es muy agradable no tener esa agenda hoy en día. Poner límites requiere tiempo, y también dejar claro que necesitas tener tiempo para ti misma, algo que es muy importante”, explica sobre el viaje psicológico que todo aquello le produjo y que la ha traído hasta aquí. Ella, que empezó en la industria del entretenimiento a los siete años, ha pasado por todas las fases. Desde ser una superestrella infantil de Disney —junto a Britney Spears, Justin Timberlake, Ryan Gosling— hasta su éxito casi adolescente, sus cambios de registro (tanto que decidió durante un tiempo llamarse Xtina), su etapa más transgresora, su vuelta a un registro clásico, su inmersión en el cine —con Burlesque, junto a Cher—, sus muchas colaboraciones, algunas ciertamente exitosas, como junto a Maroon 5 o Pitbull, o ser juez de forma casi ininterrumpida durante más de 12 años en la versión estadounidense de La Voz.

Ahora vuelve a ese español con el que creció en casa (”hasta que, como tantos otros que han vivido esta situación, mis padres se divorciaron y dejé de escuchar el idioma”, rememora con naturalidad en la entrevista esta hija de padre ecuatoriano), recordándolo gracias a la grabación en Miami. “Vas allí y te sumerges. Es un aprendizaje volver allí para mí también”, reconoce. “Cuando estoy rodeada de gente que lo único que habla es español mi cerebro hace clic y se convierte en algo familiar, que recuerdo, me resulta cómodo. Pero es algo que tienes que mantener con gente que te hable constantemente”, afirma. Se le hace divertido e interesante que todo el mundo mantenga distintas conversaciones y hable con diversos acentos: “A veces hay palabras con las que no me siento segura o que no conozco, pero en esta vida nunca es tarde para aprender, para crecer y eso es lo que hace esta experiencia tan estupenda. Es un reto, sí, pero del mejor modo posible”.

En Miami ha grabado con tres veinteañeras latinas que están en su mejor momento: las argentinas Nathy Peluso y Nicki Nicole y la californiana de raíces mexicanas Becky G, a la que ya conocía de antes, pero de la que se ha hecho aún más amiga. Se deshace en halagos con ellas, una por una. “Fue la mejor semana del mundo. Ha sido divertidísimo estar con ellas. Son mujeres estupendas, muy fuertes, ha sido increíble unir fuerzas y hacer lo que amamos: música. Nos reíamos todo el rato, no podíamos quitarnos la sonrisa de la cara. Actuar juntas ha sido muy especial, y la sesión de fotos juntas... estábamos haciendo magia”, recuerda. Ella, que ha trabajado con cientos de personas durante estos años, sabe de lo que habla. “Esos son los momentos que recuerdas para siempre, que almacenas, en cualquier industria. La vida va de experiencias y de hacer lo que amas. Y realmente amé trabajar con esas chicas”.

Durante la charla Aguilera mezcla lo personal con lo profesional; su vida como cantante con la de madre. Tiene dos hijos, Max, de 14 años (fruto de su matrimonio con el ejecutivo musical Jom Bratman, con quien estuvo casada entre 2005 y 2011), y Summer Rain, de siete, con su actual pareja, el músico Matt Rutler. Por eso se alegra de todo lo hecho, y de cómo ha conseguido llegar hasta esta etapa, con mucho trabajo pero más pausada. “Viéndolo desde esta perspectiva de mujer adulta, haber tenido esa experiencia de más de 20 años en la industria, haber tenido la carrera que tengo, ser madre ahora... Son cosas bonitas que puedo compartir con mis hijos y enseñarles un poco quiénes son, su historia”, reflexiona la artista sobre todas aquellas vivencias con Mi reflejo y sus raíces latinas.

De hecho, es la visión de sus hijos sobre ella la que más le importa. En diciembre recogió un galardón que la reconocía como icono por llegar a ser “la voz de una generación”. Con tan solo 41 años. “Bueno, hoy día ‘icono’ es una palabra muy vaga, todo el mundo es un icono”, ríe, a la par que asegura que ha sido un reconocimiento “maravilloso”. “Es mucho trabajo, mucha presión para los jóvenes, sobre todo para las mujeres jóvenes. Es fabuloso que te reconozcan, pero sobre todo lo que agradeces es sentirte apoyada. Y a veces eso no necesita títulos ni elogios. Lo que más me importa es la gente que tengo alrededor y ser un icono para mis hijos”.

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