“El talento no es, a menudo, lo más importante en el mundo del doblaje”
–¿Cuáles son las cualidades de un buen locutor además de una buena voz?
–Primero, debe tener una buena dicción. Pulcra y limpia. No quiere decir eso que tenga que masticarlo todo. Segundo, la naturalidad. Además de usar la voz como instrumento de trabajo, ha de resultar siempre natural porque el artificio te aleja de una buena comunicación. Y tercero, la capacidad para trasladar emociones con la voz. Entendiendo al locutor no como periodista sino al que hace publicidad o que se deriva al doblaje, desde una óptica artística.
–Ahora se dedica a la docencia también en Atresformación. ¿Es posible convertirse en locutor independientemente de la voz que uno tenga?
– Hay dos maneras de trabajar con la voz. Una, como comunicador, y la voz es básica para él. Y otra, la de la locución artística profesional en la que te remuneran por leer algo con tu voz: locución publicitaria, de documentales, de reportajes, vídeos, cuñas, spots… o el doblaje. ¿Cualquiera puede meterse en este mundo más artístico? No. Hay que tener una serie de aptitudes de base. Y con mucha práctica y disciplina a partir de ahí se puede crecer.
–El doblaje es otra cosa.
–El doblaje va de la mano de la locución pero no se dan la mano. Tiene la necesidad de que alguien sea actor. Hay que tener capacidad interpretativa, hay que transmitir emociones con la voz. La buena dicción también es obligada. ¿Cualquier tipo de voz puede valer para hacer locución o doblaje? Sí, porque para gustos los colores. Si además la voz suena bien, se cuenta con una ventaja de partida. La magia del doblaje es hacer que sea creíble que ese actor que habla en otro idioma tiene o tendría esa voz en castellano, sin necesidad de que sea parecida al original. Lo importante es que encaje con la tipología del actor y empaste con lo que hace el actor original.
–¿Es el doblaje español de los mejores del mundo?
– Eso es un mantra. Sí que tenemos una calidad de doblaje no desdeñable. También hay mucha mediocridad y mucho trabajo de fábrica. El doblaje se ha ido adaptando a las necesidades, antes se cuidaba más, había más tiempo para trabajar, se mimaba más. Hoy día impera la productividad en el doblaje. Es una pena porque es un trabajo artístico pero también un negocio y los estudios tratan de exprimir al máximo la productividad.
–¿Cuál es su actor de referencia en el doblaje?
–Sin duda, Salvador Vidal. Ha doblado a galanes protagonistas de los últimos treinta años como Travolta, Clooney, Ed Harris, Michael Douglas, Liam Neeson… Y Constantino Romero también me parecía la bomba.
–¿Qué programa de televisión destaca de los que han contado con su voz?
–Le puse la voz al ‘Un, dos, tres’. En la última etapa, que era ‘Un, dos, tres a leer esta vez’, que presentó Luis Roderas, me llamaron para un casting con Chicho Ibáñez Serrador en el año 2003. Hubo gente que me dijo que después de eso nada volvería a ser igual, jajaja. Lo relativicé como un trabajo más y así fue. Duró unos seis meses. Me lo pasé bien y ya está, no fue ningún espaldarazo.
–Pero luego fue la voz de Antena 3.
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— chelle Mon Mar 11 03:49:38 +0000 2019
–Empecé siendo el suplente de la voz titular corporativa en 2003. Gané un casting y me sorprendió porque no tenía la solvencia que tengo hoy. Después el realizador Rafa del Moral me comunicó que dejaba de ser suplente porque iban a contratar a una chica pero que iban a empezar las TDT y que me querían como la voz corporativa de Neox. Fue en 2006 y hasta hoy. Yo soy el que dice por ejemplo: “Esta semana, los Simpsons en Neox”.
–¿A qué actor le gustaría prestarle su voz?
–Le he puesto la voz a un actor que me gusta mucho, que se llama Tom Hardy (‘Taboo’), un actor conocido y de peso. Una vez hecho esto, puedo decir que he hecho algo importante. Me siento muy satisfecho. El mundo del doblaje es muy complicado y es difícil que fidelicen tu voz con un actor determinado. Es un mundo del que se podría hablar mucho, tiene muchos vericuetos. Lo resumiré en una frase: en el doblaje el talento no es lo más importante a menudo.
–Antes trabajó en programas de investigación.
–Supuesta investigación periodística porque en televisión eso de la investigación es muy relativo, es más espectáculo. Tuve que llevar cámara oculta y los reporteros hacíamos de actores y trabajábamos la superchería para desmontar una actividad ilícita y llevábamos las cámaras en los sitios más insospechados.
–¿Cómo ve el futuro del periodismo?
–Tenemos una crisis periodística brutal. Hoy día ejercerlo en libertad es complicado o casi imposible. A nivel local a lo mejor te permite cierta libertad pero en cuanto empiezas a moverte en ámbitos más trascendentes, las líneas editoriales lo manchan todo.
–¿Cómo ve a los alumnos que llegan a la profesión?
–Cada vez peor preparados y con mucha ínfulas. Les pides que con una comparecencia de media hora hagan una pieza de un minuto y te encuentras que no son capaces de desgranar lo importante, se pierden en lo accesorio. Tenemos un gran problema en la educación.
–¿Echa de menos la radio?
–Sí, pero el podcast me congracia con ese recuerdo y mi vertiente periodística. Un podcast es como un programa de radio. Tengo un proyecto con un compañero de radio que ojalá salga.
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